LAS CASAS MÁS ESTRECHAS DE MADRID.
El casco histórico de Madrid
conserva numerosos ejemplos de “casas estrechas”, edificios con
una reducida fachada y varios pisos de altura. Por lo general suelen tener una
vivienda por planta y un único balcón o ventana en la fachada de cada
piso.
Desde que el rey Felipe II estableció en 1561
la Corte y la capital del Reino en este poblachón
manchego, la ciudad fue creciendo de forma un tanto anárquica. Aquí fueron
llegando oleadas de funcionarios públicos y personas de todos los rincones de
España. Venían a ganarse la vida al centro del poder económico y político
del país y necesitaban un alojamiento digno.
El cogollo urbano tenía un entramado de calles estrechas y casi laberínticas, heredero de su fundación musulmana en el siglo IX. La muralla cristiana levantada entre los siglos XI y XII fue un impedimento para que la ciudad creciera de forma planificada. En el siglo XVI se derribaron estas murallas que constreñían la Villa ante el aumento de la población.
No será hasta el siglo XVIII, en plena Ilustración, cuando se planifica la ciudad con cierto criterio. Se trazan grandes avenidas, espacios ajardinados, edificios para el conocimiento y la administración pública, y se regulan además servicios imprescindibles como el alcantarillado, el suministro de agua o la iluminación nocturna.
De aquellos lejanos tiempos quedaron
en el centro de Madrid exiguos solares, en los que se aprovechó el metro
cuadrado al máximo. Por tal motivo muchas casas se vieron obligadas a crecer en
altura, quedando con un acceso comunitario en la planta baja. Esta entrada funcionaba
en muchos casos como local comercial y desde allí se accedía a una escalera para
subir hasta los pisos.
En el número 57 de la calle Mayor
de Madrid se encuentra una casa que luce una placa, escrita en español e
inglés, que suele atraer a los numerosos turistas que pasan por allí. Nos cuenta que es el “Edificio
más pequeño de Madrid”. La finca, situada junto a la Antigua Farmacia
de la Reina Madre, consta de un bajo comercial y cuatro plantas con balcón. La
fachada mide exactamente 3 metros y 58
centímetros.
Existen algunos ejemplos
parecidos de viviendas estrechas en otras calles de la ciudad. Me he puesto
manos a la obra y he ido con la cinta métrica midiendo casa por casa. He
confeccionado un listado en el que podemos encontrar otras casas con la fachada
aún más reducida que ésta de la calle Mayor.
El récord absoluto lo tiene un edificio con bajo y tres plantas en el número 24 de la calle San Vicente Ferrer (barrio de Maravillas o Malasaña). Mide nada menos que 2 metros y 40 centímetros y cada planta tiene una superficie de 54 metros cuadrados.
Hoy día luce un
aspecto algo abandonado. Se sabe que hace décadas fue una tahona y desde aquí
se accedía al almacén de la harina. Curiosamente su entrada principal está en
el número 23 de la calle de la Palma y, entre los dos
bloques, comparten un jardín interior común.
En el corazón del barrio de Embajadores, en el número 22 de la calle Abades se levanta un edificio cuya fachada mide tan solo 2
metros y 82 centímetros.
En la bulliciosa calle Postas, que une la calle Mayor con la Plaza Mayor, nos encontramos
en el número 6 el tradicional comercio de artículos religiosos “Sobrinos de Pérez”, fundado en 1867. Una lápida en la fachada recuerda que Benito Pérez Galdós lo citó en
su magistral obra “Fortunata y Jacinta”.
Su fachada mide 3 metros y 15
centímetros.
El edificio de la calle Toledo número 55 comparte en su portal
un acceso de servicio a la mítica tienda de Caramelos Paco, fundada en 1934. Su
estrecha fachada mide tan solo 3 metros
y 54 centímetros.
En la calle
Imperial número 14 nos
encontramos con un comercio llamado curiosamente “La Casa Vertical”, en alusión
a esta singular finca. La fachada se
encuentra retranqueada entre las fincas de los números 12 y 16. Mide 3 metros y 64 centímetros.
La calle Marqués de Santa Ana nace en la calle del Pez y llega hasta
la calle del Espíritu Santo, en el barrio de Universidad. En el número 19 hay un edificio cuya fachada
mide 4 metros y 20 centímetros. Junto a éste, el inmueble del número 21 tiene unas dimensiones
similares.
El edificio de la calle Mayor número 61 tiene una rica
historia. Aquí vivió el escritor Pedro
Calderón de la Barca, entre 1663 y 1681. El insigne escritor fue Capellán del
Rey y sacerdote de la cercana iglesia de San Salvador. Tras su fallecimiento el
25 de mayo de 1681, fue enterrado en este templo ya desaparecido, que se
levantaba junto a la actual plaza de la Villa.
Este edificio estrecho fue
salvado “in extremis” de la piqueta en 1859, gracias al tesón del gran escritor,
periodista y madrileñista Ramón de
Mesonero Romanos. Este autor rogó a los albañiles que no lo demolieran,
pero como se negaron se enfrentó con ellos a bastonazos. Afortunadamente el
propietario llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento, que le permitió añadir dos
pisos más en el inmueble y colocó una lápida conmemorativa. Esta fachada mide 4 metros y 36 centímetros.
Si paseamos por el centro de
Madrid y nos fijamos detenidamente en su caserío tradicional, podremos encontrar edificios estrechos en numerosas
calles. Tenemos varios ejemplos en el número 3 de la calle Felipe III , en la calle Latoneros número 5, 6 y 8, o bien en los números 1, 6, 8 y 119 de la calle
Toledo, entre otros.
Antiguamente hubo una casa en
Madrid que estaba considerada como la más pequeña de la Villa. Se la conocía
popularmente la “Casa de las Cinco
Tejas”, por tener la misma anchura que ocupaban cinco piezas de teja
cubriendo su tejado de lado a lado. Estuvo en pie hasta 1851 en la calle de Santa Ana, en pleno Rastro.
Recordamos también que entre la
calle Alcalá y la calle del Caballero de Gracia se levantaba un estrecho y
alargado inmueble. Era conocido popularmente con el siniestro nombre de
la “Casa del Ataud”, debido a la forma de su solar. El chaflán
tenía una anchura de tan solo 4,92 metros. Esta casa fue demolida
en 1907 para construir en su solar el bellísimo Metrópolis,
considerado por muchos como el edificio más icónico de Madrid.
Fotografías : Elena
Alajarín.
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