CASA ALBERTO, DOS SIGLOS DE HISTORIA DE MADRID.
Caminando por el barrio de Las Letras calle Huertas arriba, llegamos hasta la pequeña plaza de Matute, un encantador rincón lleno de historia del periodismo español y del recuerdo de su antiguo vecino, el dramaturgo José Zorrilla. Allí admiramos la impresionante Casa Pérez-Villaamil, uno de los mejores ejemplos de arquitectura modernista de Madrid.
Justo al lado, en el
número 18 de la calle Huertas, una portada pintada de rojo nos avisa del color tradicional con el que se
distinguían las tabernas que servían al público buenos caldos, en este caso de Valdepeñas.
Se trata de Casa Alberto, taberna
que luce orgullosa en su portada el cartel “Fundada
en 1827”, fecha en la que se
inauguró. Con casi dos siglos de existencia, esta taberna y restaurante es uno de los establecimientos hosteleros con más solera de la
capital.
El Manco de Lepanto escribió en esta casa varios
capítulos de la segunda parte de “El
Quijote” y de los “Los trabajos de
Persiles y Segismunda”. En este lugar concluyó su obra “Viaje del Párnaso” , que termina con estos versos :
“Adiós, dije a la humilde casa mía;
Adiós Madrid; adiós tu Prado y fuentes
Que manan néctar, llueven ambrosía”.
El escritor vivió de
alquiler en varias casas del barrio de Las Letras, situadas en las calles León,
plaza de Matute y ésta de la calle Huertas. Falleció en la última morada de la calle Francos (esquina a la calle León), bautizada hoy día con el nombre de calle
Cervantes.
El origen de Casa
Alberto va parejo a la construcción del edificio actual, en el primer tercio
del siglo XIX. El local fue en su origen una bodega o despacho de vinos, regentado por taberneros de origen segoviano,
sucediéndose las familias Sanz, Pesquera y De Dios. En 1924 el
tabernero Alberto de Dios reformó el
local y le dio el aspecto que luce en la actualidad sin apenas cambios.
En aquella época se
introdujo la costumbre del aperitivo con
vermut, acompañado de tapas como arenques y bacalao seco, rivalizando con
el clásico vino de Valdepeñas. Tras
el desarrollo del ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX, empezaron a
llegar a Madrid los pescados y mariscos frescos procedentes de los puertos de
mar españoles, ampliándose la oferta gastronómica de Casa Alberto.
Por su proximidad al Teatro Español y el Teatro de la Comedia, esta taberna ha sido durante décadas un lugar frecuentado por actores y actrices, que tenían además la ventaja de un amplio horario hasta la madrugada. Casa Alberto conserva los paneles de madera de las antiguas taquillas dónde se vendían las entradas de la "claque" del Teatro Español. Las personas que las compraban se beneficiaban de un precio reducido, a cambio de aplaudir efusivamente la obra teatral y animar así al resto del público.
Casa
Alberto sufrió como todo Madrid los rigores de la guerra civil y las
escaseces de la postguerra. Pero gracias al mercado negro del “estraperlo” pudo ofrecer entonces a sus
clientes productos tan básicos y difíciles de conseguir como bacalao seco,
huevos duros o caldo.
Durante la Transición, la taberna fue visitada por conocidos políticos debido a su cercanía al Congreso de los Diputados. Uno de los más asiduos fue el alcalde Enrique Tierno Galván (1918-1986). Una noche, su secretaria personal y vecina de Casa Alberto le instó a regresar a su casa, ya que era la una de la madrugada. El Viejo Profesor le contestó : “Yo no sé irme a mi casa sin pasar antes por Casa Alberto”.
Detalle de la moldura labrada con grutescos que bordea todo el techo del establecimiento.
Nada más acceder a Casa Alberto, lo primero que vemos en la puerta con los bellos cristales grabados al ácido, con decoración original de 1924. En esta zona alargada, con la barra situada a nuestra izquierda, destaca la decoración de la parte superior de la pared con una moldura oscura labrada con grutescos. Un zócalo de madera cubre la pared hasta media altura, quedando las paredes forradas de numerosos cuadros, fotografías, recortes de prensa y recuerdos varios. Al frente destacan dos columnas de hierro fundido con bellos capiteles y lámparas de bronce que en su momento debieron estar alimentadas por gas.
En el rincón a mano izquierda destaca su primer mostrador, con frontal de cuarterones de madera oscura y tapa de estaño. En el arranque del mismo destaca una fuente en la pared. Su grifo mana desde una cabeza de perro, cuyo chorro cae a un pequeño canalillo de estaño. En la época servía para lavar los vasos y también para mantener frías las frascas de vino.
En esta pared destaca una antigua máquina saturadora de seltz Hispania, que servía para fabricar agua con gas. Era utilizada para hacer refrescos a partir de jarabes concentrados, y también para mezclarla con otras bebidas.
Sobre el mostrador hay una antigua grifería de cinco caños, que servía en la época cerveza, vermut, agua con gas y agua corriente. A continuación se encuentra unido el segundo mostrador, una pieza única en Madrid, y probablemente en España, realizado en madera oscura y tapa de ónice con bellas vetas de tonos ocres y verdosos.
Amplios anaqueles y botelleros de madera cubren toda la pared tras los mostradores, dónde se expone una curiosa colección de grifos de cerveza y grifos de pellejos de vino. El conjunto se completa con un juego de medidas de vino hecha en estaño, una vieja caja registradora y relojes de pared del siglo XIX. Al fondo de la taberna se encuentra el salón-comedor, abierto en la zona donde antiguamente se encontraba el almacén del vino y la vivienda del tabernero.
Casa Alberto ha sido un punto tradicional de encuentro del mundo taurino, representado en numerosos óleos y fotografías de conocidas figuras del toreo en sus paredes. Desde los años 30 del siglo XX fue un lugar al que acudían conocidos toreros y donde se organizaban tertulias taurinas a las que asistían diestros, ganaderos y aficionados.
El hotel Reina Victoria de la plaza de Santa Ana fue conocido durante décadas como el “hotel de los toreros”, alojamiento clásico de las figuras taurinas dónde se vestían de luces antes de acudir al coso. Además, la cercana calle Victoria era además un punto clave de los aficionados a la Fiesta Nacional, ya que allí hubo hasta veinte taquillas donde se vendían las entradas para la Plaza de Toros.
Como comentábamos al principio, debido a la cercanía con los teatros Casa Alberto ha sido frecuentada desde su fundación por un numeroso público que acudía a tomar algo antes o después de asistir a las funciones. Y no sólo espectadores, sino conocidas personas del mundillo artístico como Ana Belén, Tony Leblanc, Andrés Pajares, José Sacristán, Santiago Segura, Martin Sheen o Victoria Vera, entre otros muchos han frecuentado sus manteles.
En 1993 Alfonso Delgado adquirió la taberna y decidió devolverle su antiguo esplendor gastronómico. Recuperó los platos tradicionales que habían sido típicos en esta Casa e introdujo nuevos platos de la mano del chef Mario Pilar Quiroga. Alfonso Delgado presidió entre 2008 y 2011 la Asociación de Tabernas y Restaurantes Centenarios de la Comunidad de Madrid, formando parte de un selecto grupo de establecimientos interesados en preservar la historia e impulsar el conocimiento de la gastronomía tradicional madrileña al público de hoy.
La señas de identidad de esta casa son riquísimos platos como los caracoles, el rabo de toro estofado, las albóndigas de ternera, el bacalao a la madrileña o los callos, además de postres como las torrijas y la leche frita con helado, entre otros muchos. A pocos años vista de la celebración de su bicentenario en 2027, deseamos de corazón una larga vida a Casa Alberto y les animamos a que continúen deleitando los paladares de todo aquel que se acerque a la calle Huertas.
Mi mayor agradecimiento al gerente de este establecimiento, Alfonso Delgado, por abrirme amable y generosamente las puertas de Casa Alberto.
Copyright © José Luis Rodríguez-Checa 2023.
Fotografías : © Elena Alajarín.
Prohibida la reproducción total o parcial del artículo y las fotografías, salvo autorización escrita del autor.
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