CUARENTA AÑOS DE PASIÓN POR MADRID.
Calle de Toledo vista desde la Colegiata de San Isidro. Al fondo, arco de Cofreros de la Plaza Mayor. |
Me vais a permitir
publicar este artículo autobiográfico, ya que este mes de octubre se cumplen
mis primeros cuarenta años
“pateando” Madrid. Todo comenzó a mediados de octubre de 1982, con catorce años recién cumplidos. Acababa de ingresar en el
Instituto Nacional de Bachillerato
Cervantes, en la calle Embajadores, 70. En aquel curso se permitía
salir del edificio a la calle durante el descanso que había a media mañana.
Una día salí del
noble edificio de Jareño y enfilé calle Embajadores arriba, movido por un
deseo de descubrir cosas nuevas. Debido a que mis conocimientos sobre Madrid
eran entonces muy escasos, opté por no abandonar el eje de esta calle para no
perderme. Caminando cuesta arriba, llegué al llamado “corazón” del Rastro en la plaza de Cascorro, tomé la calle Estudios
y terminé a las puertas de la entonces Catedral provisional de Madrid, hoy Real Colegiata de San Isidro.
La vista que apareció
ante mis ojos me sorprendió, ya que divisé al fondo parte de la Plaza Mayor, visible desde el llamado
Arco de Cofreros dónde nace la calle Toledo.
Para mí, aquella imagen fue impactante, ya que había llegado por mi
propio impulso a un lugar en el que había estado en contadísimas ocasiones, y siempre
acompañado de mis padres, probablemente en fechas navideñas. Se puede decir que ese
día se produjo mi “flechazo” por
Madrid.
A partir de entonces
se abrió ante mí todo un mundo de posibilidades para conocer Madrid a fondo, para
escaparme durante los “recreos” del Instituto Cervantes, para “patear” a mi antojo la ciudad en mi
tiempo libre, incluso para acudir junto a alguno de mis compañeros del Centro
educativo y mostrarles rincones y vericuetos que había conocido en el barrio de los Austrias. Recuerdo que uno de mis primeros "descubrimientos" fue contemplar el jardin del "Huerto de las Monjas", abierto en los años 80 entre las calles Sacramento y Rollo, en lo que fue el antiguo huerto del desaparecido Convento del Sacramento.
En 1985, al pasar junto a la entonces
Catedral de San Isidro tuve la oportunidad de entrar y
contemplar por primera vez el cuerpo incorrupto de San Isidro. Se exponía al público para conmemorar el primer centenario
de la Diócesis de Madrid. Desde aquella época, en la que no tenía cámara
fotográfica ni teléfono móvil, he ido archivando en mi memoria numerosos
rincones de Madrid que han sufrido grandes cambios y transformaciones a lo
largo de estas cuatro décadas.
Fui una de las
primeras diez personas que se pusieron a la cola el 20 de enero de 1986 en la Plaza de la Villa, esperando que abrieran al público la capilla
ardiente del alcalde Enrique Tierno
Galván. El Viejo Profesor había
fallecido en un hospital madrileño el día anterior.
La multitudinaria despedida
del pueblo de Madrid tuvo lugar el 21 de enero. Se inició en la plaza de la Villa,
atravesó la Puerta del Sol y recorrió la calle de Alcalá hasta la despedida en
Cibeles. Se calcula que un millón de madrileños se echaron esa
tarde a la calle. Acudí con algunos compañeros del Instituto Cervantes hasta la
plaza de Cibeles . Para ver mejor la comitiva fúnebre, con aquel impresionante
coche de caballos que llegó desde el Museo de Pompas Fúnebres de
Barcelona, estuvimos subidos a las
verjas del entonces abandonado Palacio
de Linares,
En abril de 1987 organicé una exposición de dibujos en el Instituto Cervantes. Titulada “Arquitecturas informales”. Estaba formada de una serie de dibujos realizados a bolígrafo de tinta azul de edificios conocidos y algunas fantasías arquitectónicas. Conté entonces con el apoyo y el estímulo de mi profesora de dibujo y catedrática de Arte Carmen García Velasco, a la que siempre estaré muy agradecido. Esta pintora y artista continúa todavía en activo a sus ochenta y tantos años de edad y no he perdido el contacto con ella.
Me sigue apasionando el
mundo de la arquitectura, aunque reconozco que el dibujo lo tengo un poco
abandonado.
En aquella época de
los míticos años 80, era un lector incondicional del periódico quincenal “Villa de Madrid”, editado por el Ayuntamiento.
Por entonces el alcalde Enrique Tierno
Galván quiso dar un gran lavado de imagen a la ciudad en plena época de la
“post-transición”, modernizándola con su apertura a Europa y al mundo. Todo aquello estuvo acompañado del "boom" artístico y musical que supuso la Movida madrileña.
Cartel de las Fiestas de San Isidro de 1985, con la típica estética de los años 80. Colección del autor.
Fui un lector que devoraba todo lo que se publicaba en dicho diario municipal, que llegaba a casa quincenalmente por correo, y que compartía con la gran lectora que fue mi recordada abuela Isabel. Solía acudir también al antiguo Patronato Municipal de Turismo, situado entonces en la calle Señores de Luzón, para conseguir publicaciones y folletos sobre la ciudad. Todavía conservo como si fuera una reliquia el librito llamado “Conocer Madrid”.
Por entonces
conseguí fortuitamente varios números de la revista municipal cuatrimestral llamada también “Villa de Madrid”. Repleta de grandes
artículos de investigación, de cultura y de actualidad madrileña, conservo la
colección casi al completo, desde su primer número publicado en 1957.
Tras superar la antigua Selectividad en el verano de 1987, realicé la preinscripción y fui admitido en la Facultad de Ciencias de la Información
de la Universidad Complutense. Pero en septiembre de aquel año aprobé el examen
de ingreso en la antigua Escuela Oficial
de Turismo, por lo que me decanté por estos estudios. La escuela estaba en
el número 14 de la plaza de Manuel Becerra, edificio traspasado hoy día a la
Universidad Rey Juan Carlos. Fueron unos años maravillosos de estudiante, en
los que hice muy buenos amigos que todavía conservo.
Desde esta plaza continué pateándome Madrid. Recuerdo que una mañana de noviembre me acerqué caminando a la plaza de Rubén Darío. Allí se había instalado la mesa petitoria del Día de la Cruz Roja, delante de la antigua sede de esta Institución. Allí pude dejar un donativo y saludar a la reina Doña Sofía, que presidía ese día la mesa.
Guardo un gran cariño a toda la zona de Manuel Becerra y toda esta
parte del barrio de Salamanca que recorrí en numerosas ocasiones.
A comienzos de los
años 90 hice las prácticas de informador turístico en las Oficinas de Información turística de la Comunicad de Madrid en el Aeropuerto de
Barajas, en la estación de Chamartín y en la calle Duque de Medinaceli número 2. En esta
última coincidí con la directora responsable de las oficinas, la excelente
profesional y admirada jefa que fue Pilar
Pascual Encuentra. Me gustaría
muchísimo volver a contactar con ella, ya que le admiraba mucho y por desgracia
perdí el contacto años después al jubilarse, en una época en la que no estaba todavía generalizado el uso del teléfono móvil.
En 1992 me presenté a los diversos
exámenes que entonces convocaba Patrimonio
Nacional y conseguí el Título de
Guía Autorizado en todos los inmuebles de este organismo en la Comunidad de
Madrid. Fue una experiencia dura, pero muy enriquecedora por todo lo que
aprendí.
En 1994 aprobé un concurso-oposición de la
Comunidad de Madrid y estuve trabajando unos meses como funcionario interino en la oficina
de Información Turística de la Comunidad de Madrid en la Estación de Chamartín,
una experiencia buenísima que desgraciadamente no duró más tiempo. Traté eso sí
de ser un funcionario ejemplar, dentro de una materia que siempre me ha
apasionado, pero mi futuro no estaría unido al sector público.
En octubre de 1997 mi esposa y yo elegimos para
casarnos la iglesia más antigua de Madrid, San
Nicolás de los Servitas (s.s. XII – XVII). Junto a la invitación de la boda,
adjuntamos a los invitados un folio confeccionado por nosotros, con una reseña
histórica del templo acompañada de unas fotografías. Este año 2022 hemos
celebrado allí de nuevo una ceremonia religiosa para conmemorar nuestras Bodas de Plata.
Mi primer intento por
entrar en el mundillo periodístico fue a finales de los años 90, cuando tuve
una entrevista con Eugenio de Quesada,
presidente del grupo Nexo. Por entonces dirigía el periódico Nexotur, especializado en el sector turístico.
Estuve con él en la redacción, situada entonces en la calle Lope de
Vega. Llegué incluso a escribir un artículo que me encargó sobre el sector, y
que él mismo me corrigió en persona. Pero mi incipiente carrera de redactor no
prosperó debido a motivos estrictamente económicos.
Estos últimos años he
estado escribiendo pequeños artículos sobre temas madrileños, acompañados de
fotografías propias y ajenas, que publicaba en mi muro de Facebook. En enero de
2018 contacté con la Editorial La Librería, especializada en
la publicación de libros de tema madrileño desde 1986.
Tuve una entrevista
con el director de la Librería, Miguel
Tébar, y su segundo de a bordo, el escritor y periodista Manu García del Moral, muy conocido en
los círculos madrileños por sus libros sobre Madrid y por su popularísima web “Secretos de Madrid”. Les
interesaron mis artículos y mi forma de escribir sobre la capital y me
encargaron entonces que escribiera mi primer libro: “Placas
de las Calles de Madrid”.
Por desgracia Miguel Tébar nos ha dejado el pasado 10 de septiembre en un accidente de alpinismo. Aunque ya no esté entre nosotros, siempre le guardaré un afectuoso recuerdo, por haber confiado en un perfecto desconocido como yo para escribir mi primer libro. “Placas de las calles de Madrid” se publicó en octubre de 2018, y fue el mejor regalo de cumpleaños que pude tener en mi cincuenta aniversario. Después he publicado con esta misma Editorial “Fantasmas de Madrid”, “Historias de las Calles de Madrid” y “Guía del Barrio de Las Letras”.
Siempre estaré muy agradecido a la Editorial por haberme encargado el libro de las Historias de las Calles, que escribí desde finales de 2109 y durante 2020, año de la pandemia. Su elaboración fue muy compleja, ya que tuve que resumir más de 500 biografías de personajes sacadas del diccionario de la Real Academia de la Historia, y describir un total de 960 calles madrileñas. Al dedicarme en cuerpo y alma a su escritura tuve un poco abandonada a mi familia. Pero gracias a ello pude alejar el fantasma de la depresión que me perseguía, debido a la inactividad y el erte laboral que sufrí en la empresa de servicios turísticos dónde trabajo.
En cuarenta años, he debido hacer varios cientos de kilómetros paseando y conociendo Madrid, pero puedo decir humildemente que todavía me queda mucho por conocer. Continúo escribiendo artículos en este blog “Madrid Sorprende” (MadridSorprende.blosgpot.com). También publico fotografías y textos sobre la ciudad en la página de Facebook “Madrid Sorprende”. En esta misma red social he publicado más de 4.700 fotografías de farolas de todo el mundo en mi página “Farolas y faroles”.
Ya estoy preparando mi próximo libro, que será
el quinto que escribo. Sólo puedo contar que versará, cómo no, sobre mi
amada ciudad de Madrid.
Muchas gracias por haberme
permitido compartir una parte muy importante de mi vida con todos vosotros.
Copyright © José Luis
Rodríguez-Checa 2022.
Prohibida la
reproducción total o parcial del artículo y las fotografías, salvo autorización
escrita del autor.
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