LA DESTRUCCIÓN DE LA MURALLA MUSULMANA DE MADRID.
En 1960 se perpetró uno de los más graves atentados contra el patrimonio histórico de Madrid, con la construcción de un bloque de viviendas en la calle Bailén 12, junto al Viaducto.
El edificio fue diseñado entre otros por los prestigiosos arquitectos Fernando
Moreno Barberá y Julio Cano Lasso.
Para la concesión de la licencia municipal, el Ayuntamiento exigió un acceso a
la muralla musulmana visitable por
el público. Los restos de la muralla habían aparecido en 1953, tras la demolición del antiguo palacio de Malpica que ocupaba los números 81 y 83 de la calle Mayor.
El proyecto inicial dejaba la planta baja diáfana, pero al ejecutarse el edificio la normativa se incumplió alevosamente, situando el aparcamiento en el sótano y destruyendo una torre y un par de tramos de dicha muralla. Hoy día quedan algunos restos visibles en la entrada al garaje del inmueble desde la Cuesta de Ramón, utilizados lamentablemente para albergar los cubos de basura de la comunidad. Lo más vergonzoso es que había sido declarado Monumento Histórico-Artístico en 1954.
La muralla se edificó en el siglo IX, durante la dominación musulmana. Formaba parte de una fortaleza defensiva que pretendía frenar los ataques de los reinos cristianos sobre la ciudad de Toledo. A su alrededor se fue desarrollando la medina de Mayrit, en la colina donde hoy día se sitúa la Catedral y el Palacio Real.
Esta muralla tiene continuidad y es visitable en el anexo parque Emir Mohamed I, llamado así en recuerdo del fundador de la ciudad. Con una longitud de unos 120 metros, se compone de un paramento de bloques de silex, sobre el que se disponen sillares de piedra caliza, unidos con argamasa de cal. El parque está situado en la Cuesta de la Vega y abre al público los fines de semana y los festivos.
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Aparte del atentado y destrozo de patrimonio,vaya edificio mas feo y horrible que levantaron era para bolarlo a cañonazos con los ediles y arquitectectos de entonces
ResponderEliminarEfectivamente daoiz, eran unos tiempos en los que primaba la especulación salvaje y la ausencia total de respeto por el patrimonio antiguo.
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