EDIFICIO PRINCESA, EL JARDIN COLGANTE DE LA GLORIETA DE RUÍZ GIMÉNEZ.
En la manzana comprendida entre la calle Alberto Aguilera, la glorieta de Ruíz Giménez y la
calle Santa Cruz de Marcenado, se inauguró en 1857 el Hospital de la Princesa. Su construcción fue promovida por la reina Isabel II, como homenaje a su
primera hija Isabel, nacida Princesa de
Asturias el 20 de diciembre de 1851. También fue una acción de gracias por parte de la reina, que había salido ilesa del atentado del cura Merino, que tuvo
lugar el dos de febrero de 1852 en la Basílica de la Virgen de Atocha.
El Hospital estuvo
funcionando hasta la guerra civil, fecha en la que sufrió grandes desperfectos
debido a la cercanía del frente de la Ciudad Universitaria. En los años
cuarenta fue reconstruido y abierto de nuevo a su actividad asistencial.
Debido al paso del
tiempo y a la obsolescencia de sus instalaciones, cerró sus puertas en 1955 y
fue trasladado al complejo actual de la calle Diego de León, con el nuevo nombre
de Gran Hospital de la Beneficencia
General del Estado. El viejo edificio, construido por Anibal Álvarez en estilo neomudéjar, se demolió en 1962.
En la Glorieta de
Ruíz Giménez (popularmente conocida como San Bernardo) se alza en su lugar un
imponente bloque de viviendas construidas en hormigón visto, siguiendo el
estilo “brutalista” de moda en los
años 70. Su característica principal es la abundantísima vegetación de hiedra y
otras plantas colgantes, que caen desde sus amplios balcones.
Se trata del "edificio Princesa", que mantiene
el nombre del viejo hospital desaparecido. Es un conjunto de 261 viviendas
construido en 1975 por el Patronato de
Casas Militares de Madrid. Fue un atrevido encargo del entonces gerente, el
general Medrano a los arquitectos Fernando
Higueras y Antonio Miró.
Su proyecto integra
dos bloques en las dos aceras de la calle Sana Cruz de Marcenado, tiene una
plaza privada, tres plantas de aparcamientos, locales comerciales y viviendas. El
complejo simula unas ruinas aztecas cubiertas de vegetación, donde el uso del
hormigón dota al edificio de un aspecto contundente y a la vez de una gran
monumentalidad.
En su momento fue un
edificio muy novedoso, precursor de la actual arquitectura ecológica. Se
proyectó con un gran alero que diera sombra a la fachada y en la azotea unas
piscinas recogían el agua de lluvia para utilizarla en el riego de los jardines.
Concebido como un “edificio-jardín”, la vegetación colgante actúa aislando del intenso ruido urbano, pero sin impedir la entrada de luz.
Higueras es autor de
sorprendentes edificios en Madrid, como el Instituto
del Patrimonio Cultural de España de la Ciudad Universitaria, conocido
popularmente como la “corona de espinas”. También edificó obras como el bloque
de oficinas en la calle Serrano 69, el Colegio Estudio de Aravaca, o la iglesia
de Santa María de Caná de Pozuelo, entre otros.
Trabajé entre 2010 y
2020 en el número 7 de la calle Alberto Aguilera, por lo que pasaba a diario junto
a este edificio. En esa década puedo afirmar que “el roce hizo el cariño” y
esta sorprendente construcción, rodeada de clásicas fincas del barrio, siempre atrajo
mi atención.
Copyright © José Luis Rodríguez-Checa 2023.
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