LA PEQUEÑA ERMITA DE LA BULLICIOSA CALLE FUENCARRAL.
En el número 44 de la bulliciosa y comercial calle Fuencarral, esquina con Augusto Figueroa, se encuentra este humilde edificio de ladrillo visto construido en 1712. Se trata de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, también conocida como el Humilladero de la calle Fuencarral.
Su origen se remonta a la época de Felipe II, cuando se originó el Camino de Fuencarral que partía desde el norte de la antigua puerta de la Red de San Luis. Con el paso del tiempo Madrid siguió creciendo y dicho camino llegó hasta la actual Glorieta de Bilbao, donde se ubicó la Puerta llamada de los Pozos de la Nieve.
Entre ambas puertas surgió la calle de Fuencarral, que poco a poco se fue llenando de edificaciones. Según la tradición, desde tiempos muy antiguos existió en ese camino un arco que alojaba la imagen de una virgen. La vía aparece en los planos antiguos con el nombre de calle de Santa María del Arco, (actual calle Augusto Figueroa). Todo aquel caminante que entraba o salía de la Villa se solía detener allí a rezar. Este fue el origen de la capilla o humilladero, edificada posteriormente.
La palabra humilladero procede de humillar, es decir postrarse, arrodillarse o inclinar la cabeza en señal de sumisión y respeto ante una imagen sagrada.
Desde entonces, la propiedad de la capilla fue pasando por varias familias de miembros de la nobleza, que fueron trasmitiéndola a sus descendientes hasta 1947. Al fallecer ese año la última propietaria, la dejó en herencia a la parroquia de San Ildefonso. En la actualidad la capilla depende de la cercana Parroquia de San Antón.
En su interior destaca el Cristo del Consuelo, imagen del siglo XVII citada por Benito Pérez Galdós como el "Cristo de las Llagas" en su conocida novela La Fontana de Oro. El retablo principal aloja el cuadro de Nuestra Señora de la Soledad (s. XVII), pintura muy parecida a la de la madrileñísima Virgen de La Paloma.
Desde abril de 2018 esta ermita se encuentra abierta todos los días con un amplio horario al numerosísimo público que atraviesa esta calle peatonal abarrotada de tiendas. Está atendida por un sacerdote de la Iglesia de San Antón y por voluntarios de la Ong “Mensajeros de la Paz”, que preside el conocido padre Ángel García.
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