LA "FARMACIA DE LA BEATA" DE LA CALLE SAN BERNARDINO.
En el número 11 de la
calle San Bernardino, a medio camino entre la plaza de España y el
barrio del Conde Duque, encontramos la antigua Farmacia Moragas, hoy día regentada por la familia Arteaga. El exterior
no llama mucho la atención, pero si entramos al establecimiento podremos
admirar sus estanterías de época, adornadas con detalles tallados y dorados, además de una
excepcional colección de tarros de cerámica francesa y frascos de farmacia del
siglo XIX.
A la entrada destaca
una gran pintura mural circular en el techo. Este colorido fresco fue realizado
por el pintor y ceramista Daniel Zuloaga
(1852-1921). Representa a Hygea,
diosa griega de la curación y la sanidad, de cuyo nombre procede la palabra
higiene. Lleva en la mano los atributos farmacéuticos, la copa y la serpiente,
y en la otra una planta medicinal. Los siete amorcillos que la rodean portan en
sus manos objetos relacionados con la Farmacia.
Situados en este ambiente clásico, vamos a conocer una bonita historia familiar. La Farmacia fue
regentada a finales del siglo XIX por Ricardo
Moragas, hijo de un farmacéutico burgalés. Este caritativo boticario
atendía gratuitamente a los pobres que acudían los sábados a su despacho. Tuvo
una estrecha relación con el marqués de
Santa Cruz, cuyo palacio está justo enfrente, en el número 14 de la calle
San Bernardino. Su gran prestigio profesional le llevó a ser nombrado Proveedor
de la Real Casa.
Su hija Elvira Moragas Cantarero, nacida en
1881 en Lillo (Toledo), se trasladó muy pequeña junto a su familia a Madrid. Estudió
en el Colegio de las Mercedarias de San Fernando y más tarde realizó el primer curso de Bachillerato en el Instituto de San Isidro, y los cuatro
siguientes en el cercano Instituto del Cardenal Cisneros.
En 1899 decidió
seguir la tradición familiar y matricularse en la Facultad de Farmacia de Madrid. Tomo esta decisión en una época con
grandes prejuicios machistas, en la que este negocio era llevado en exclusiva
por hombres. Elvira fue toda una pionera, en la Facultad era la única mujer y recibía las clases acompañada de unos ochenta hombres. Pero ella superó
todas las trabas mentales y sociales del momento y acabó licenciándose en 1905.
Al fallecer en 1909
su padre y asumir el negocio, se convirtió en la primera mujer farmacéutica titular de Madrid, y probablemente de
toda España. Desde 1911 colaboró como farmacéutica municipal en el despacho de
medicamentos. En 1918 fue la primera mujer en colegiarse en el Colegio Oficial
de Farmacéuticos de Madrid. Unos años más tarde le cedió el negocio a su hermano
Ricardo, al licenciarse éste en la carrera de Farmacia.
Pero Elvira tenía muy
clara su vocación religiosa. Militante de Acción Católica en la cercana
parroquia de San Marcos, en 1915
decidió entrar en el Monasterio de Santa
Ana y San José , situado entonces en el número 73 de la calle Conde de
Peñalver de Madrid. Allí llegaría a ser priora y maestra de novicias, con el
nombre de María Sagrario de San Luis
Gonzaga. Durante la guerra civil las monjas fueron expulsadas del convento.
Detenida y encarcelada en la checa de la calle Marqués de Riscal, el 15 de
agosto de 1936 fue fusilada en la Pradera de San Isidro.
En 1942 se
recuperaron sus restos de la fosa común y fue enterrada en la cripta del
Convento. Su proceso de beatificación se inició en 1962. El Papa San
Juan Pablo II la beatificó en Roma el 10 de mayo de 1998. Curiosamente, el 29 de enero del año 2000 fue nombrada Patrona de la Asociación de Farmacéuticos
Católicos de Polonia, celebrándose su festividad el 16 de agosto. Sus restos
se veneran en la cripta del nuevo Convento de Santa Ana y San José de
Carmelitas Descalzas, trasladado en 1959 al número 58 de la calle General Aranaz.
La "Farmacia de la Beata" fue totalmente rehabilitada en 2022, duplicando su superficie con el espacio
que había sido anteriormente la rebotica. Se restauraron a conciencia todas sus antiguas
estanterías de madera y los relieves dorados. En el nuevo espacio ganado junto al mostrador se reprodujeron fielmente los estantes y los detalles
decorativos dorados, siguiendo la misma estética. A la entrada de la Farmacia podemos
admirar una antigua báscula con la que se pesaba a los clientes.
Mi agradecimiento a
Gabriel, farmacéutico de la familia Arteaga, que me ha abierto las puertas de
este histórico establecimiento con una gran amabilidad y simpatía.
Copyright © José Luis
Rodríguez-Checa 2023.
Fotografías : Elena
Alajarín.
Prohibida
la reproducción total o parcial del artículo y las fotografías, salvo
autorización escrita del autor.
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