EL HIPÓDROMO DE LA ZARZUELA, EL HITO RACIONALISTA DEL MONTE DEL PARDO.
En los años treinta
del pasado siglo, la población de Madrid iba en aumento. El viejo Hipódromo de la Castellana, inaugurado
en 1878, era un obstáculo para su desarrollo. El recinto hípico situado a la
altura del actual Museo de Ciencias Naturales fue clausurado en 1933, con el fin de prolongar la
Castellana y expandir la ciudad hacia el norte. Aquellos terrenos se utilizaron
para construir la mole pétrea de los Nuevos
Ministerios.
Se decidió entonces que la mejor zona para construir un nuevo recinto para las carreras de caballos era el monte de El Pardo, en unos terrenos del antiguo patrimonio de la Corona, hoy día pertenecientes a Patrimonio Nacional. Para la nueva obra se convocó en 1934 un concurso público, en el que resultó ganador el proyecto de los arquitectos Martín Domínguez y Carlos Arniches, inspirado en el hipódromo de San Siro de Milán.
Con un marcado aire racionalista de moda en la época, destacaba sobre todo por las gradas del público cubiertas por airosas marquesinas de hormigón, diseño del ingeniero Eduardo Torroja. La novedad de estas cubiertas es que están formadas por láminas de hormigón armado en forma de hiperboloides. Tienen un novedoso anclaje en la parte posterior que soporta todas las cargas sin nervios ni refuerzos.
Las obras comenzaron
en 1935 con un presupuesto de tres millones de pesetas (18.000 €) de la época. La
guerra civil interrumpió los trabajos, quedando toda esta zona arruinada debido
a la cercanía del frente de guerra . Al término de la misma el Gobierno
decidió retomar la obra, siendo inaugurado el complejo el 4 de mayo de 1941. Por entonces fue adjudicado a la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de
España, que asumió su explotación en los difíciles años de la postguerra.
A partir de los años 50, con la mejora de la situación
económica en España, el Hipódromo fue aumentando sus carreras, la dotación
económica de los premios y el impulso de las apuestas, equiparándose a otros
recintos europeos.
En los años 60, llamados del “desarrollismo”,
el Hipódromo mejoró sus instalaciones con la construcción de una nueva pista de
entrenamiento de arena, la edificación de una nueva tribuna y la creación de nuevas
instalaciones para jockeys y la enfermería. En esa época dejó de ser un deporte para un público elitista y se popularizó entre toda la sociedad madrileña, encantada de pasar allí las tardes de
los domingos.
De entre los grandes jinetes que compitieron durante estos años en el Hipódromo destacó Beltrán Osorio y Díez de Rivera, duque de Alburquerque. En 1968 consiguió una hazaña sin precedentes al ganar la carrera del Gran Premio de Madrid con su caballo Tebas, montándole con 11 kgs. de recargo sobre el peso asignado, una excepción que no se ha repetido nunca. Era a la vez propietario, criador, preparador y jinete del caballo.
No olvidamos al mítico Claudio Carudel, jinete francés que desarrolló su carrera en España. Considerado el mejor jockey español de la historia, obtuvo 1.455 victorias a lo largo de su vida deportiva.
Tras esta etapa de esplendor, en 1992 la gestión fue asumida por la sociedad Hipódromo de Madrid, dirigida por el empresario Enrique Sarasola. En 1997 esta sociedad se declaró en suspensión de pagos, por lo que las instalaciones acabaron cerradas y sin uso durante varios años. Tras dos concursos fallidos para su explotación, en 2003 el recinto fue adjudicado finalmente a la empresa Hipódromo de la Zarzuela S.A., que lo gestiona en la actualidad.
El edificio fue
declarado en 2009 Bien de Interés
Cultural (BIC) con categoría de monumento. En 2016 se sometió a una gran
restauración que le devolvió el esplendor pasado, rehabilitando las históricas
gradas y recuperando la “pelouse”, el paseo que se extiende entre las tribunas
y las pistas. En estos años ha mantenido una temporada anual de carreras, abriendo
las mismas a un público más amplio y celebrando en verano las populares carreras
nocturnas.
En este recinto de 110 hectáreas se realizan periódicamente
actividades lúdicas dirigidas a familias y niños, animados festivales (Feria de
Abril, OktoberFest o San Patrick) conciertos y música en directo, visitas
guiadas, eventos privados de empresas y las conocidas “Noches del Hipódromo” en verano. El tema gastronómico está
atendido con terrazas y restaurantes de temporada, furgonetas (“food trucks“) y
su restaurante-terraza con amplias vistas al monte de El Pardo, un punto de
encuentro muy atractivo durante el buen tiempo .
Los amantes de la
Arquitectura pueden ver un museo
dedicado a Eduardo Torroja (1899-1961),
abierto en 2016 en la Tribuna Norte. Este ingeniero es una referencia internacional
en lo referente a la construcción con el uso del hormigón. De hecho, el edificio
ha presentado su candidatura para optar a ser
Patrimonio Mundial de la UNESCO
en la categoría de recinto deportivo.
Mi mayor agradecimiento a Javier del Barrio, amigo y gran amante del mundo del "turf" (carreras de caballos con apuestas) durante más de cincuenta años, por mostrarme al detalle este singular recinto.
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